jueves, 3 de noviembre de 2011

Los años dulces, tomo 2 de Jiro Taniguchi

 Si al final del primer tomo, Tsukiko, de vuelta a casa tras pasear junto a Takashi el día de la fiesta del cerezo en flor, sólo es capaz de preguntarse donde estaba el profesor Matsumoto, estaba claro que sus sentimientos hacia él habían crecido en su corazón, aunque no fueran correspondidos.
En el comienzo de este segundo y último tomo, parece que todo ha ido a peor para Tsukiko. Un mes después de finalizar la fiesta, Tsukiko no ha vuelto a coincidir con Matsumoto en la taberna de Satoru y además éste le comenta que ha visto al profesor con una nueva acompañante, la también profesora Ishino, lo que le desconcierta bastante.
Es en ese mismo momento cuando Takashi le propone una cita, que ella acepta gustosamente. Éstas se van sucediendo y aunque no lo pasa mal con él, no le supone ningún placer, simplemente no sabe lo que hace allí, por lo que le surge la sensación de que está perdiendo el tiempo, en contraposición a los ratos placenteros que pasaba con Matsumoto.
Tras varias citas con Takashi, vuelve a coincidir con el profesor en la taberna, donde le da de más al sake y acaba finalmente borracha. Cuando se despierta se encuentra en la casa de Matsumoto, donde impulsivamente le propone una cita y después le declara su amor, en una noche tormentosa, mientras que él, imperturbale, desvía la respuesta. Unos días más tarde el profesor le invita a una escapada a una isla cercana, donde un acontecimiento inesperado desconcertará a Tsukiko, dejándola dubitativa durante algún tiempo.
Y al igual que en el primer tomo, Taniguchi sigue demostrando que es un genio de los detalles - las miradas, un apoyo en el hombro, ese agarre por el brazo, ... - y de la plasmación de la expresividad y los sentimientos - duda, felicidad, inseguridad, desolación, sorpresa, ... - en papel; en la manera de transformar los actos más nimios en los de mayor relevancia, deteniéndose en los momentos transcendentes mientras ejecuta elipsis de los tiempos muertos de manera magistral. Además, la información nos la va suministrando poco a poco, dando a veces un paso atrás para después impulsarse, como en cualquier relación de pareja, para que el relato no se haga monótono, sino que también cuenten sus picos y valles.
Para terminar, aunque el epílogo no me llega a convencer del todo, el conjunto completo raya a un gran nivel, y además cuenta con una entrevista en las páginas finales entre Taniguchi y Kawakami, donde ambos departen sobre cómo ha sido la translación de la novela al cómic.

No hay comentarios:

Publicar un comentario