La película trata y bebe de los mismos temas que aparecen en la reciente "Super 8", pero tanto los protagonistas como el escenario, no pueden ser más divergentes. Donde antes había un grupo de infantes que vivían en la edad de la inocencia, aquí nos encontramos pandilla aguerrida y gamberra que se dedican a robar a los transeúntes que se encuentran por el barrio; donde antes era un pueblo idílico de la bella América, ahora es un suburbio de Londres donde el índice de criminalidad no puede ser más elevado. Pero, claro, los valores dentro del grupo siguen siendo los mismos, compañerismo, confianza, respeto, valor y unidad ante el agresor.
Un agresor que en este caso no es el habitual, la policía, sino unos alienígenas que quieren conquistar y arrasar el bloque donde viven, y todo ello porque al líder del grupo, Moses (John Boyega), le cae en medio de un atraco un extraterreste desde el espacio, al que no tiene más remedio que eliminar. A partir de aquí, no hay tregua para el espectador, que se sumerge en un perfecto ejercicio de estilo que mezcla con dosis precisas thriller, terror, acción, comedia y hasta compromiso social.
La gran sorpresa de la temporada. No es de extrañar que haya ganado en Sitges el premio de la crítica y el público, resultados que suelen ser antagónicos.
El barrio tiene sus reglas, como en Baltimore.
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