viernes, 20 de enero de 2012

Psychocandy de The Jesus & Mary Chain / Reedición

A mediados de la década de los ochenta, en las Islas se daba por finiquitado el punk, y Manchester se convertía en la escena y el lugar donde todos los focos se posaban, liderando el movimiento The Smiths con su pop pluscuamperfecto de la mano de Morrissey y Johnny Marr, y New Order, surgidos a partir de las cenizas de Joy Division a consecuencia del suicidio de Ian Curtis, con su electropop de estadio.
Pero de repente aparecen desde el lejano y soso Glasgow los hermanos Reid, Jim y William para más señas. Con ellos reaparece el punk, aunque sólo en actitud, ya que su estilo no puede ser más alejado, ellos se dedican a hacer pop. Pero al contario que The Smiths, su pop está cargado de múltiples capas de guitarras llenas de distorsión, solapándose unas a otras, haciendo que el añorado muro de sonido de Phil Spector reaparezca en nuestra memoria. Ha nacido el noisepop.
Su primer sencillo es "upside down", editado en el sello Creation del siempre avispado Alan McGee, al que le siguen "never understand" y "you trip me up", aunque ya en Blanco y Negro, subsidiaria de WEA, quien será finalmente la que edite "Psychocandy". Además de los hemanos Reid, la banda la conforman, en ese momento, Douglas Hart al bajo y Bobby Gillespie, antes de embarcarse en su grupo Primal Scream, a la batería.
"Psychocandy" contiene quince píldoras de música pop, con una duración que no suele superar los tres minutos, de consumo inmediato para que el efecto no se diluya y saboreemos con delectación cada una de ellas. La inicial "just like honey", con guitarras limpias y acompasadas, unos coros femeninos a la Motown y esa batería calcada a "by my baby" de The Ronettes, no hace presagiar lo que vendrá después. En "the living end" y "taste the floor" las guitarras melódicas se transforman en objetos punzantes y afilados, acoplándose y distorsionando su sonido hasta convertirse en ruido armónico. Esta será la tónica del disco, temas suaves se alternarán con otros más febriles, haciéndose imposible caer en la rutina.
Y como jóvenes que son, sus temas no pueden ser más universales: ese amor inalcanzable, "just like honey", "some candy talking"; la huída hacia adelante, "the living end", "my little undergound"; un futuro deprimente, "taste the floor"; el infierno dentro de uno mismo "in a hole", inside me"; aunque finalmente también aparece un rayo de luz de entre la oscuridad, "sowing seeds".
Todavía recuerdo cuando un amigo mío me decía que era incapaz de escuchar "Psychocandy" de un tirón. A día de hoy sigue sonando igual de contundente y delicado para mis oídos, y como las grandes obras maestras, fresco y nuevo a cada escucha.

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