jueves, 8 de marzo de 2012

El fotógrafo de Guibert, Lefévre y Lemercier / Edición integral

La editorial Sins Entido ha tenido la magnífica idea de coger los tres tomos de "El fotógrafo" y recopilarlos en una magnífica edición integral manteniendo el formato original, algo que desgraciadamente no ha realizado Astiberri con la también edición integral de "Lupus" de Frederick Peeters.
"El fotógrafo" es Didier Lefèvre, el cual es contratado por Médicos Sin Fronteras para que realice un reportaje sobre su trabajo en Afganistán. Parece una tarea sencilla, pero no lo es en absoluto.
Estamos a finales de julio de 1986 y Afganistán está ocupada por los rusos. Así que la única manera de penetrar en territorio afgano, es unirse a una de las muchas caravanas de armas que transportan material bélico de Pakistán a Afganistán, las cuales abastecen a los mujahidín que luchan contra la invasión soviética. De esta manera, lo que equivaldría a un plácido de viaje en coche en un día, se convierte en un pesado, complicado y arduo trayecto a través de montañas y valles, superando picos de hasta cinco mil metros, con una duración aproximada de un mes, donde además habrá que evitar los ataques rusos. Todo para llevar a un hospital de guerra material de primeros auxilios y crear otro nuevo en Zaragandara, en el valle de Yaftal, donde se quedarán en invierno una delegación de dos personas.
En las dos primeras partes de la historia, la preparación y realización del viaje y el trabajo de campo de los voluntarios en el hospital de campaña, que además no coinciden con los tomos, por lo que esta edición integral genera una unidad al relato de la que antes carecía, Lefèvre es uno más del grupo. Pero en la tercera, la vuelta a Pakistán, decide hacerla por su cuenta, sólo con la ayuda de cuatro hombres que hacen la labor de escolta y un caballo, ya que el resto de la expedición dará un rodeo para visitar otros campamentos. Y es aquí donde la aventura, o mejor, la odisea de nuestro protagonista, se convierte en algo extraordinario de narrar. La muerte pocas veces se contempla de tan cerca y con tanta sangre fría.
El encargado de plasmar esta experiencia autobiográfica es Emmanuel Guibert, que con un trazo deudor de la línea clara, dibuja a los muchos protagonistas de estas historias despojándolos de todo artificio, en planos cercanos y aislándolos de su entorno, dando importancia a las personas y a los hechos, pero no al paisaje. Para completar el trío, se une Frédéric Lemercier, el encargado de maquetar, conjugando de manera excepcional las fotos con el dibujo, y colorear, siempre en tonos cálidos.
Y es en la perfecta simbiosis entre lo dibujado, las vivencias y sensaciones que Guibert plasma a partir de las narraciones de Didier, y por tanto subjetivo; y lo fotografiado, a partir de los negativos revelados que no pueden ser manipulados, y por tanto objetivo; lo que hace que esta obra se engrandezca, realzando y constatando la experiencia del viaje, tanto interior como exterior, como si de un gran western se tratase, y se convierta en una obra maestra.

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