viernes, 23 de noviembre de 2012

Holy motors de Leos Carax

Leos Carax , el autor de la mítica "Los amantes del Pont Neuf" y enfant terrible del cine francés, vuelve a la carga con esta película, donde no deja nada al azar pero sí mucho que analizar bajo su mirada más personal, que bien podríamos decir que son muchas en una sola.
Al igual que en la reciente "Cosmópolis", la limusina es uno de los ejes fundamentales de la película, aunque con una función totalmente distinta. En la película de Cronenberg ésta era dónde se producen las conversaciones entre los distintos personajes con Eric Packer (el pálido Robert Pattinson), mientras que aquí es el medio de desplazarse hacia nuevas citas y dónde, como un cajón de sastre, hay de todo para llegar adecudamente presentable a cada una de ellas. Porque todas son distintas y no tienen puntos en común.
Tras declarar en un prólogo su amor por el cine, es el propio Carax el protagonista de la escena, donde la única opción de salir de una habitación cerrada es encontrar la puerta secreta que conduce a una sala de proyección, entra en acción el suplantador/generador de personajes: el sr. Oscar, su actor fetiche Denis Lavant. El banquero poderoso que se convierte en un desamparado y lisiado pedigüeño que intenta sacarnos hasta el último céntimo; un mundo virtual más real que el que nos rodea; destrozar el fútil mundo de la moda, talibanizándolo hasta crear una nueva "pietá"; etc., hasta concluir con la vuelta a casa donde nos espera el trabajo más difícil de todos, la familia; mostrando en cada nueva mutación el falso oropel del mundo en que vivimos.
Hacía mucho tiempo que una película no me rondaba tanto por mi cabeza, descubriendo nuevas cosas de ella a cada vuelta que doy. Si la vida (de Oscar) es puro teatro, éste es apoteósico.

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