miércoles, 18 de diciembre de 2013

Aama 3. El desierto de los espejos de Frederik Peeters

Si en las espectaculares, a la par que terroríficas, últimas páginas de "La multitud invisible", comprobamos que el proyecto Aama había generado una perfecta sinergia entre robots y fauna de cualquier pelaje; el paso siguiente, la creación de perfectas máquinas para la guerra, era inminente tanto para la defensa como para el ataque, y todos sabemos que no existe mejor defensa que el ataque.
En las primeras páginas de este grandioso "El desierto de los espejos", las vemos en acción, una batalla desigual donde sólo la presencia e inestimable colaboración de Churchill, otro robot, será capaz de sacar al grupo, o lo que quede de él, de tal atolladero. Unas viñetas cargadas de violencia, que se volverán a repetir al final del tomo, compuestas con una factura impresionante, donde destaca la composición cenital del inicio de la página 4.
A partir de ahí, una vez evitado, teóricamente, el peligro, se nos presenta otra historia totalmente distinta. Al igual que en la colosal "2001" de Stanley Kubrick, nos adentramos en otro tipo de disquisiciones, donde se dan la mano la tecnología más avanzada con la metafísica. Peeters lo gestiona de manera sencilla y efectiva, acompañando el viaje al epicentro que ha generado todo, cada vez más angosto y denso, como si nos introducimos en vasos sanguíneos cada vez más pequeños; mientras va aclarando el verdadero propósito y objetivo de la empresa; evidenciando que nadie del grupo, salvo los autores del proyecto, la pareja Woland, tiene claro que se traen entre manos.
Tras esto, a nuestros protagonistas cada vez se les hace más complicado discernir entre lo real y lo onírico; ese juego de espejos -exquisitamente plasmado en la viñeta inferior de la página 30- compuesto por dos estados separados por una frontera finísima, donde ambos pueden solaparse para crear uno nuevo.
Poco a poco, el autor va uniendo los, dispersos en el tiempo, hilos argumentales, mientras otros nuevos surgen. Así que al contrario que en los libros de Paul Auster, donde el azar es una de sus señas de identidad, aquí todo se encuentra más que atado, la suerte no tiene hueco posible para la generación de un nuevo mundo, o mejor, una nueva humanidad.

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